Mateo y Facundo trajeron consigo la pasión por el deporte que los había enamorado en su Pehuajó natal. Tenían 8 y 11 años cuando se mudaron a La Plata, en febrero de 2007 y adoptaron al club como su lugar en el mundo. No sabían que estaba por empezar algo que no sólo marcaría su vida, sino también la de sus padres, Alejandra y José. Los Palacios, juntos, empezaron a darle forma a una historia familiar marcada a fuego por el handball y Estudiantes.
El Polideportivo del Country se transformó, literalmente, en su casa de fin de semana. "Vamos a la mañana temprano para que la cancha esté en orden. Le ponemos mucha pasión a lo que hacemos y nos encanta estar en el club", dice la mamá Alejandra, miembro de la Subcomisión de Handball y del Comité Ejecutivo de la Federación Metropolitana. Junto a José, el papá, son los primeros en llegar y los últimos en irse al finalizar las jornadas. Padres, hinchas, planilleros, auxiliares. Son todo todoterreno.
Los hermanos, hoy figuras en el equipo de Primera División, hicieron camino casi a la par. "No hay nada más lindo que jugar con él. Siempre fuimos muy unidos en todo; los entrenamientos son un duelo, pero en los partidos nos complementamos bien", expresa Mateo. Por su parte, el mayor admite que "hay momentos difíciles cuando me sale el hermano protector. Me enoja que, al no poder pararlo, le pegan de más, pero compartir la cancha con Matu es algo hermoso".
Unidos por la sangre, la pasión por el handball y un profundo amor a la familia, reconocen el apoyo incondicional de sus padres. "Siempre tomamos un rumbo juntos. Es lo que nos identifica y también a este deporte y el club. Estudiantes nos fue dando otras cosas, como formar una familia dentro del club. Eso nos fue afianzando y nos atrapó muchísimo", dice Mateo.
"Desde que tengo uso de razón estuvieron con nosotros", cuenta el más grande en referencia a sus padres. Desde mini e infantiles hasta convertirse en piezas claves del plantel superior, los hermanos Palacios construyeron sus carreras a base de responsabilidad, constancia y espíritu competitivo. Aman lo que hacen.
"Es indescriptible, un orgullo. Nos llena el corazón que los dos tengan la misma pasión por el deporte", expresa Alejandra. Sin embargo, "somos muy críticos y fanáticos a la vez. Cuando hacen las cosas bien se lo decimos, pero tratamos de que se vayan ganando su lugar de a poco, siempre con mucho respeto y humildad, que es primordial".
El handball albirrojo fue escenario de momentos inolvidables para los Palacios: Mateo recuerda la lucha por la permanencia en el 2018, siendo jugador Junior y su hermano ayudante del entrenador. "Para ese partido vino mi abuela desde Pehuajó, y papá y mamá estuvieron en la tribuna". Todos disfrutaron el objetivo cumplido.
Para Facundo no importan las circunstancias: "lo mejor son los fines de semana a puro handball, sea donde sea", aunque atesora los viajes familiares para acompañar a su hermano en el Panamericano y el Mundial que disputó con la Selección. Recorrieron y recorren miles de kilómetros para estar juntos, allí donde haya un Palacios con la camiseta de Estudiantes o con la albiceleste.
"Conocimos lugares que nunca creímos conocer, otras provincias y países como Chile y Georgia. Siempre hemos estado presentes. Tratamos de estar uno u otro, si podemos los dos, mucho mejor", cuenta la mamá.
El paso del tiempo fue forjando un vínculo deportivo y afectivo difícil de poner en palabras. "Estudiantes es el club que me abrió las puertas, me formó como jugador, entrenador y persona. Es una de las cosas más importantes de mi vida y siempre voy a estar agradecido", dice Facu, y Mateo comparte: "no sé si voy a llegar a devolverle todo lo que me dio. El handball y el club representan el 80% de mi vida". Mística, amor, unión, amistad y solidaridad son las palabras que eligen para resumir ese sentimiento tan especial que nació hace más de 13 años. "La unión de todas las categorías, los más grandes con los más chicos, nos hace ser una familia", agrega el más joven.
La pandemia de coronavirus puso al handball de Estudiantes en pausa, y la rutina de los Palacios cambió de un día para el otro. Mateo viajó a Pehuajó, donde la situación sanitaria le permite realizar otros pasatiempos y actividades deportivas. "Estoy disfrutando de la familia, pero alejado de mamá, papá y Facu".
Su hermano reparte su tiempo entre el estudio y los entrenamientos a distancia. Alejandra es la que sintetiza el sentimiento familiar en estos tiempos: "extrañamos ver el club lleno el fin de semana. Tenemos la esperanza de que esto va a terminar para volver a disfrutar nuestros findes en el Country".