Berissense, goleador e íntimamente ligado a la historia de Gimnasia, Ismael Morgada también forma parte del variopinto e inédito álbum de esa "figuritas difíciles" de encontrar en el listado de futbolistas oficiales que se vistieron de albirrojo.
Estandarte en la vereda opuesta del bosque, de lo cual quizás pocos se acuerden es que el goleador supo ser pincharrata en el final de su carrera. Fueron sólo cuatro partidos -sin gritos- durante el campeonato oficial de 1937. Debutó contra San Lorenzo en una derrota 1-0, el 27 de junio de ese año y su último juego fue frente a Lanús, el 8 de diciembre, a punto ya de cumplir 35 años.
Una anécdota que lo tiñe de pasión, a decir de un textual suyo a El Gráfico en 1929: "Yo no les tengo bronca a los pincharratas. Los muchachos de Estudiantes de La Plata son buenos amigos míos. Los que arman líos son los hinchas. Mejor sería que se suspendieran esos partidos. Originan muchas broncas. A veces estoy laburando de artista y cuando me dispongo a mandarme una versada, me gritan: ‘¡Tripero patadura!’ Calculate vos: me cortan el hilo y ya ni oigo al apunte. Todo eso es fulero".
Como sucediera para nuestras huestes con el "Beto" Infante, quien engalana la mayor parte de los récords goleadores de Estudiantes y cruzó de vereda por unos pocos partidos en 1961, otra leyenda, Ismael Morgada, se anticipó a ese curioso espejo de la historia calzándose la rojiblanca durante 1937.
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