La historia de Estudiantes es muy rica desde sus inicios allá a comienzos de siglo XX pero, sin dudas, la llegada de Osvaldo Zubeldía al banco de suplentes en 1965 marcó un antes y después: se comenzó a gestar la "Escuela de Estudiantes", esa que cada hincha albirrojo está orgulloso de reivindicar. En un nuevo Día del Maestro recordamos, valga la redundancia, al Maestro.
El fútbol de galera y bastón había pasado de moda, el fracaso de la Selección Argentina en el Mundial de Suecia 1958 había puesto de cabeza a todo el fútbol argentino. ¿Cómo había que jugar? En medio de fundamentalistas del viejo "fútbol espectáculo", y con los llamados clubes "grandes" del país sin un rumbo definido, Estudiantes empezó a forjar su propia historia para cambiar la de todos.
No eran épocas buenas para el Pincha a comienzos de la década 1960, ya que que no podía salir de los últimos puestos del torneo y se salvaba del descenso a la Primera B gracias a la reconstrucción en el fútbol argentino que había impulsado Valentín Suárez, por entonces presidente de la AFA, anulando los descensos por un período de cuatro años.
"Tengo dos candidatos al fin: Victorino Spinetto o Osvaldo Zubeldia. ¿A quién prefiere?", le preguntó Mariano Mangano a Miguel Ignomiriello, quién no dudó demasiado y respondió: "Osvaldo Zubeldía".
En la sede social se buscaba un director técnico capaz de sacar el equipo a flote y de reconstruir todo el esquema futbolístico del club. Ignomiriello nunca lo había visto trabajar a Zubeldía, ni tampoco había cruzado palabra, pero sabía de su obsesión por perfeccionar constantemente el juego y, además, le habían comentado que se reunía con otros colegas semanalmente para estudiar tácticas, estrategias y jugadas de reglamento, algo atípico para la época.
El 13 de enero de 1965 Zubeldía se tomó un tren en la Estación Constitución y se acercó sede pincharrata pasadas las 18:45 horas. Tras una hora de reunión, llegó a un acuerdo para transformase en nuevo entrenador albirrojo. "El flamante DT rojiblanco no cree en milagros, sí en trabajos", titulaba el diario El Día de la época empezando a mostrar el perfil del Zorro.
Zubeldía fue el primero en trabajar la pelota parada, en pensar en cada hueco que se presentaba en el reglamento para sacar provecho dentro del campo de juego. Fue el primero en implementar el doble turno, en preparar los partidos de acuerdo el rival, en pensar minuciosamente cada decisión. Lo tildaron de "antifútbol" pero, años más tarde, todos hicieron lo mismo que él.
En materia de logros, la historia es conocida: Zubeldía condujo a Estudiantes a su primer campeonato oficial en el país, cortando la hegemonía de los llamados "cinco grandes", obtuvo un tricampeonato de América, consiguió la Copa Interamericana y, como broche de oro, se dio el lujo de ser campeón del mundo ante Manchester United en el mismísimo Old Trafford.
BILARDO, SU MEJOR ALUMNO
"Osvaldo me mostró una nueva dimensión del rol del jugador profesional. Me explicó como se puede hacer, en base a un hombre con las cualidades necesarias, un cuidadoso trabajo de orfebre y potenciarlo al máximo. Cuando uno entiende que entrenando se va acercando a la perfección, a rendir al máximo, el fútbol cobra otro significado, es como si se lo volviera a descubrir. Ya Osvaldo, con Argentino Geronazzo, había publicado un libro sobre tácticas y estrategias que me resultó francamente apasionante", cuenta Carlos Bilardo sobre Zubeldía en su libro "Doctor y Campeón", dejando en claro lo importante que fue el Zorro en su formación como técnico.
El Narigón se convirtió rápidamente en técnico tras colgar los botines y, desde un principio, el trabajo constante y la obsesión por cuidar cada detalle del juego fueron su sello. La maduración en el banco le llegó a comienzos de la década de 1980, en su tercer ciclo en Estudiantes, en dónde fue el conductor de un equipo magnífico que fue campeón nacional y mostró todas sus condiciones como DT.
Un año más tarde llegó a la Selección Argentina, llevando todo sus métodos de trabajo a pesar de las duras críticas que llovieron hacia él inclusive durante el Mundial de México 1986. El título mundial logrado en tierras aztecas, el último conseguido por la Albiceleste hasta el momento, dejó en claro que el Doctor no era ningún improvisado. La Escuela de Estudiantes había triunfado otra vez.
LA TERCERA GENERACIÓN: SABELLA
Alejandro Sabella, un pincharrata por adopción, entendió a la perfección la Escuela de Estudiantes en su paso como jugador en la década de 1980. Por eso mismo, una vez que se convirtió en técnico en 2009, quedó en claro que era el sucesor de Carlos Bilardo.
En menos de un año se consagró campeón de América con Estudiantes venciendo al Cruzeiro en el Mineirao y estuvo a dos minutos de vencer al mejor Barcelona de la historia, planteando un partido (casi) perfecto desde la pizarra. Ya en su segundo año, y luego de pelear todo lo que jugaba, volvió a levantar un trofeo con el Pincha en el Torneo Apertura 2010.
Tras su alejamiento de Estudiantes, a mediados del 2011 la Asociación del Fútbol Argentino lo convocó para conducir una perdida Selección Argentina en su camino al Mundial de Brasil 2014. Al igual que a Bilardo en los '80 la prensa nacional fue muy crítico con él durante su ciclo, pero luego le tuvo que pedir perdón tras el campeonato del mundo: si bien no se consagró campeón, condujo al conjunto nacional a una final después de 20 años (la última había sido con el Narigón en Italia 1990) y le planteó un gran partido a una Alemania que venía de golear 7-1 a Brasil en su casa.
LA ESCUELA DE ESTUDIANTES SIGUE VIGENTE EN LA FAMILIA ALBIRROJA
Pasan los años, pasan las generaciones, pero el hincha de Estudiantes sigue identificado a aquella escuela que comenzó Osvaldo Zubeldía. Los abuelos recuerdan con orgullo al equipo campeón del mundo 1968, sus hijos al equipo bicampeón nacional en los '80 y, los nietos, aún lloran con los tres títulos logrados por Juan Sebastián Verón.
Cada generación tiene su historia para contar pero, simultáneamente, se nutren con las historias de sus antepasados para tener en claro de dónde se gesta la famosa "Escuela de Estudiantes", con su mística y su ADN. El hincha albirrojo tiene en claro su filosofía y, a pesar de pelearla muchas veces contra todos, nunca dejó de sentirse orgulloso de ella.