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ADN • 30 enero 2016

El Micro Bomba: símbolo de la hinchada pincha

Distintivo, cábala y emblema de la hinchada en los años ’90, el Micro Bomba fue fundamental en el aguante de los hinchas durante la campaña de Estudiantes en el Nacional B.
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El Micro Bomba recorrió cientos de kilómetros para bancar al Pincha en una de las paradas más bravas de su historia. Con frío, con calor, con lluvia y hasta sin parabrisas, llegando con lo justo a cada cancha. En los comienzos fue de color naranja, como cualquier transporte escolar. Luego fue modificándose su aspecto, con todo lo que los hinchas iban proponiendo: los colores rojo y blanco, los nombres de las agrupaciones, de los jugadores y de los fanáticos que viajaban a cada rincón del país. La foto, del archivo de Gaston Cigalino, da cuenta del "look" hacia finales de la temporada.

En aquel micro viajaron todos: gente de cualquier agrupación, como las de City Bell, ‘Los de Siempre", Tolosa, Ringuelet, los uruguayos de Peñarol, hinchas de Capital y personajes de la tribuna que ya no están, como el "Pelapapas" o el "Ruso del Bombo". Hasta cuentan que en uno de los interminables viajes subieron a un ternero. También el director técnico de aquel momento, el "Profe" Córdoba viajó a un partido en el Micro. La policía no los dejaba circular, pero al verlo al DT pudieron seguir su camino.

El apodo del micro se lo pusieron los mismos hinchas, porque decían que "los que viajaban ahí eran más locos que una bomba gigante". Una anécdota, entre tantas, tiene que ver con uno de sus choferes: Armando, "Bigotes". Dicen los protagonistas que un día, volviendo de la cancha de Morón, se desvió y agarró por otro camino. Todos le preguntaron hacia dónde iba, y Armando dijo: "Vamos a Floresta porque es el cumpleaños de mi vieja, bajamos a saludarla todos y volvemos a La Plata". Luego de un buen rato, llegaron a nuestra ciudad.

Uno de los viajes más largos fue a la ciudad de Pergamino, donde el Pincha enfrentaría a Douglas Haig. Aquel día tardaron más de diez horas en llegar, donde el chofer iba esquivando autos y adelantándolos hasta por la banquina. Todo para llegar a tiempo a alentar al club de sus amores.

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