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Historia • 28 abril 2016

El triunfo clásico que despidió al Ruso

Sin saberlo, Edgardo Prátola jugó su último partido defendiendo la camiseta de Estudiantes en una victoria por 2-1 ante Gimnasia en el Clausura 2001. El Ruso, que ya venía perdiendo bastante peso semanas antes, pidió jugar igual aquella tarde en 1 y 57
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Quién hubiese pensado aquel 11 de marzo del 2001 que Edgardo Prátola estaba jugando el último partido de su vida. El Ruso, un aguerrido defensor marcado a fuego por el ADN de Estudiantes, se despidió sin saberlo de las canchas en una victoria ante Gimnasia por 2-1 en el Estadio Jorge Luis Hirschi. A partir de ese momento, comenzó una larga lucha contra el cáncer.

El derby de La Plata 147 de la era del profesionalismo citó al Pincha y el Lobo en 1 y 57, en un duelo que en la previa ya se preveía ajustado. Estudiantes, conducido por Néstor Craviotto, comenzó mejor que su clásico rival y empezó a dominar más la pelota. Igualmente el primer tanto llegaría recién a los 35 minutos, cuando Pompei ejecutó un córner que peinó el capitán Azconzábal para que Galetti, solo en el área, defina para el 1-0.

En el complemento el Pincha, motivado por tener la ventaja a su favor, fue claramente superior a su rival en los primeros 20 minutos. Pero, paradójicamente, en ese período el conjunto albirrojo no pudo marcar un nuevo gol, pero si lo hizo a los 35 minutos, cuando la visita había emparejado el juego: Galettí se escapó por derecha y tiró un centro atrás para que Farías coloque el segundo. Pero dos minutos más tarde Gimnasia descontaría de penal y le pondría suspenso al derby.

Igualmente el partido terminaría quedando en mano de Estudiantes por 2-1, desatando la alegría de toda la familia pincharrata. El Ruso, que disputó los 90 minutos, fue un hincha más dentro del campo de juego tras el pitazo final de Ángel Sánchez. Sin saberlo, ese día se comenzaba a despedir.

En una entrevista realizada por el diario La Nación, Prátola contó que ya no había llegado de la mejor manera a ese clásico debido a su enfermedad: "Jugué con cuatro kilos menos. Tenía que tomar laxantes para ir de cuerpo y llegó un momento en que le dije al médico de hacer los estudios. Me operé a los diez días y ahí se enteraron mi mujer, que estaba embarazada de ocho meses de Iara, y Micaela. Diez días más tarde me enteré yo; mi mujer se puso a llorar. El médico me lo dijo y pensé que era boleta, que no iba a poder disfrutar a mis hijas".

Pero lejos de rendirse, mostró la misma actitud que adentro de la cancha y se puso a lucharla: "Luego de que me lo dijera el médico llegué a mi casa y ,cuando abrí la puerta, estaba mi nena con mi cuñada viendo una película y me dije: 'No me puedo quedar. Tengo que salir a pelearla también por la que venía'".

Prátola siempre se mostró optimista, más allá de que los médicos a veces no le daban las mejores noticias. Durante los trece meses que estuvo luchándola se ilusionó con poder volver a jugar, aunque cada vez era más difícil. El 27 de abril del 2002 dijo adiós, en uno de los días más tristes para la familia pincharrata. Aquel día, buscando sonreír en medio de tanta tristeza, muchos se acordaron de él festejando el clásico del Clausura 2001.

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