Pedro Ferrin cuidaba el césped en 1 y 57 como si fuera una prolongación de su cuerpo. Pero aquel día no le importó "lastimarlo". En la semana previa al partido que paraliza la ciudad de La Plata, Carlos Ramaciotti -técnico de Gimnasia- había declarado que si no le ganaba a Estudiantes se enterraba. El Ruso, con toda la fe del mundo, preparó la pala y un cuadro con el recorte del diario. El Pincha ganó 3-2, y Ferrin hizo un pozo en el campo de juego con tal de que Ramaciotti cumpliera su palabra.
"Estoy hace más de 50 años en el club. Empecé a los 12 o 13 años. Habré estado diez años en futbol infantil y después pase a las Divisiones Inferiores hasta llegar a Tercera", rememora el Ruso del inicio de su idilio con el Pincha. Su carrera como futbolista se truncó de manera desafortunada. Tuvo un golpe en la cabeza jugando para "La Tercera que mata", suplantando a Malbernat en cancha de Rosario Central. Volvió a entrenar pero no se sentía bien, cabeceaba la pelota y perdía la vista momentáneamente. No quiso jugar más, aunque la dirigencia pensó que quería irse a Boca y no le daba el pase. "Yo de acá no me quería mover porque Estudiantes era mi vida", afirma el Ruso.
"Mi viejo y mi hermano eran hinchas de Gimnasia. Yo me escapaba de la quinta de 143 y 514, y me iba corriendo hasta la cancha de Estudiantes porque mi viejo no me dejaba entrenar allí", recuerda. "Un día le dije a Paco Cortés (presidente de futbol amateur de ese momento) que no quería jugar más, pero que quería seguir trabajando para el club. Le planteé que quería hacer una cancha auxiliar para que las Inferiores jueguen en el mismo predio que la Primera". Ante la incredulidad del dirigente, el Ruso respondió: "vos traeme un camión de tierra que de a poco voy a ir emparejándola". Y a día de hoy, la cancha se mantiene impecable.
Al ver el trabajo realizado en la cancha auxiliar, la Comisión Directiva le ofreció el cuidado del césped del campo de juego principal. A pesar de algunas dudas iniciales, aceptó. Su día de trabajo transcurría desde las 7 hasta las 20; siempre en soledad, porque nunca quiso ayudante. Le gustaba estar personalmente en todos los detalles: banderines hechos a su medida, revisar las redes en 3 o 4 ocasiones antes de cada partido, demarcar las líneas de cal con precisión milimétrica, entre tantas otras cosas.
"Estuve preso cuatro días por Estudiantes". Clásico del ’96, estadio Jorge Luis Hirschi. El Pincha ganaba por 1-0. Ruso lo vivía detrás de los carteles de propaganda con una policía a su lado, cuando una pelota se va al lateral. Él la devuelve enseguida, porque Estudiantes dominaba al rival y lo tenía a su merced. Sin embargo, el mellizo Gustavo Barros Schelotto interpretó otra cosa y le pateó la mano intentando apurarlo. Ferrin no se dejó amedrentar y devolvió la gentileza. El resultado: tarjeta amarilla para el jugador y algunos días de arresto en la Comisaría 9na para el Ruso.
El quincho de la casa es su santuario albirrojo. Decenas de imágenes, de banderines y de plaquetas relacionadas a las amistades que cosechó durante tantos años. Una bandera que dice: "Ruso sigue aquí", en referencia a Edgardo "Ruso" Prátola, quien pasó incontables tardes junto a Ferrin tomando mates, compartiendo charlas y consejos. Cada 20 de julio, Ferrin cuelga una carta en uno de sus extremos en honor a aquel amigo que se fue tan temprano.
En la actualidad, está jubilado, pero sigue presente en sus actividades de toda la vida en el club. Se encarga de mantener la cancha auxiliar, aquella que construyó con tanto amor hace varias décadas. Además, corta el pasto y las malezas que lindan a las obras de remodelación en 1 y 57. Por más que concurra dos horas, sigue marcando tarjeta como el primer día de trabajo. "Junto a mi familia, Estudiantes es lo mejor de mi vida".
