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Institucional • 27 mayo 2025

Juan Ramón infinito

Estudiantes despide con profundo dolor a La Bruja, una de sus figuras más queridas y trascendentes. Zurdo, gambeteador, campeón del mundo y forjador de campeones, fue, es y será la expresión más genuina del ADN Pincha: compromiso, humildad, trabajo y pertenencia.
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El Club Estudiantes de La Plata despide con mucho dolor, respeto, gratitud y profunda emoción a una de las leyendas más trascendentes de su historia: Juan Ramón Verón. Su partida física deja un vacío inmenso, pero su legado permanecerá para siempre en nuestra identidad.

Nacido el 17 de marzo de 1944 en La Plata, hijo de padres correntinos, se crió en el barrio San Carlos de Berisso. Tras perder a su madre a los 11 años, y con su padre obligado a viajar a su provincia natal por trabajo, quedó al cuidado de una tía y, más adelante, vivió en una casa quinta que el club tenía en el barrio de Hernández, que funcionaba como pensión para juveniles.

Mientras avanzaba en las divisiones inferiores, trabajó en una estación de servicio de los hermanos Montesano, una familia de hinchas albirrojos, y luego haciendo turnos nocturnos en el frigorífico Armour. Fue Osvaldo Zubeldía quien, al conocer su situación, pidió a la dirigencia que lo contratara para que pudiera dedicarse exclusivamente al fútbol. Esa decisión cambiaría para siempre la historia de Estudiantes.

Zurdo, hábil, gambeteador, con una inteligencia futbolística notable, fue el autor del gol más importante de la historia del club: el que le convirtió al Manchester United en Old Trafford el 16 de octubre de 1968, que selló la conquista de la Copa Intercontinental y coronó a Estudiantes como campeón del mundo.

Ganó seis títulos con la camiseta albirroja: el Metropolitano 1967, las Copas Libertadores de 1968, 1969 y 1970, la Copa Interamericana 1969 y la Copa Intercontinental 1968. También jugó en Panathinaikos de Grecia, en Junior de Barranquilla —donde fue campeón siendo jugador y entrenador—, Cúcuta Deportivo, también de Colombia; en Argentino de Quilmes y en Juventud Unida, en la Liga Madariaguense de Fútbol.

Debe su apodo, La Bruja, a su compañero de la categoría 1944, Hugo Marcerat. Ese mote, luego heredado por Juan Sebastián, quedaría inmortalizado en una de las canciones más icónicas del fútbol argentino: "Si ve una Bruja montada en una escoba, ese es Verón, Verón, Verón, que está de joda."

Le dedicó su vida al club. Fue entrenador de múltiples categorías juveniles, incluso de manera simultánea. Logró títulos con la 1975 (la de Juan Sebastián) en Octava División, con la 1974 en Séptima y con la 1973 (la de Martín Palermo) en Quinta.

Fue quien recomendó, además, a Alejandro Sabella como técnico de Estudiantes, con la misma convicción silenciosa con la que actuó durante toda su vida institucional.

En sus últimos años, siguió visitando el Country de City Bell con frecuencia. Lo hacía con humildad, sin buscar protagonismo, acercándose a saludar, conversar, aconsejar. Siempre predispuesto a compartir un mate, una enseñanza o una anécdota, su presencia fue un regalo para jugadores, dirigentes, entrenadores, hinchas y socios.

En los últimos años debió sufrir las pérdidas de dos grandes amigos y compañeros de la generación campeona de América y del mundo: Óscar "Cacho" Malbernat y Eduardo "Bocha" Flores. Con ellos, junto a Marcos Conigliaro y Gabriel "Bambi" Flores, compartió en 2018 un emotivo viaje a Manchester, en el cincuentenario de la Copa Intercontinental.

Cuando alguna vez se lo consultó sobre qué representaba el concepto de ADN Estudiantes, respondió: "Hay que estar cerca del club para entender lo que es. A todos los que vienen a jugar a la institución se trata de darle la mejor educación, desde el saludo hasta ser solidario con el otro."

Esa transmisión de valores también fue familiar. Es padre de seis hijos: Mónica, Alejandra, Fabián, Yesmil, Iani y Juan Sebastián. Este último, actual presidente del club, le agradeció públicamente en su primer discurso al asumir el cargo con una frase que ya es parte del sentimiento colectivo Pincharrata: "Y a mi viejo, gracias por el ADN."

Juan Ramón Verón fue Estudiantes en su forma más profunda: austero, generoso, respetuoso, comprometido. Un referente que hizo de la humildad un valor y del sentido de pertenencia una bandera.

Gracias por tanto, Bruja. Por enseñarnos, sin estridencias, que el verdadero liderazgo se construye con el ejemplo y que a Estudiantes se viene a dar sin esperar nada a cambio.

Pocas personas le dieron más a Estudiantes que lo que le dio Juan Ramón Verón.

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