Cualquier persona que decida ser arquero tiene sus particularidades para poder quedarse bajo los tres palos. El arquero está aislado del equipo, se viste con un buzo distinto al resto de sus compañeros, los goles los festeja sólo y usa guantes. Es único. El fútbol vive en un marco de selectividad: son pocos los que llegan a vivir del mundo de la pelota. Por esto, Estudiantes no sólo está formando, en este caso a los arqueros, sino que con la implementación del bachillerato de adultos, también educa a los chicos que vienen de diferentes puntos del país, no sólo para ser futbolista, sino también para que afronten la vida con la correspondiente educación.
La vida en el fútbol es efímera. En promedio, entre los 15 y los 35 años pasa todo: preparación, debut, consolidación y retiro. Pero después la vida continúa y a eso apunta al club: a que la vida no sólo el fútbol es lo que vale. Esto lo ha entendido muy bien el joven Juan Pablo Zozaya. Llegó este año de Necochea y su historia merece ser contada. El despertador en el hostel en el que vive Juan, a unas cuadras del Country, suena a las 7, desayuna y ya con el bolso armado camina esos metros hacia el Country. Entrena, vuelve al Hostel a almorzar, descansa y regresa al Country para ir a la escuela. A las 17:30 se merienda, termina, hace los deberes, cena y a la cama.
Cumple en la cancha y en el aula
Zozaya, tiene sólo 14 años y se maneja como un adulto. Su responsabilidad ante los profesores, el entrenador y sus compañeros lo pone como ejemplo en su división, la Novena. "Se que tengo que cumplir en la escuela y en los entrenamientos. Es mucho el esfuerzo de dejar mi casa, mi familia y mis amigos. Por suerte, en la pensión nos bancamos entre todos. También, es importante el apoyo de los profes, los técnicos, entrenadores de arqueros, todos... Ellos son importante al estar lejos de mi familia". Justamente, su grupo íntimo, disfruta del receso por el Día de la Madre del campeonato y Juan Pablo recorrerá los 450 kilómetros desde La Plata hasta Necochea. "No aguantaba más, desde enero que no veía a mi familia... ", cuenta desde la ciudad balneraria el 1 de la Novena.