Francisco Ariel Gamboa es uno de los hombres clave en la pensión albirroja que está en City Bell. "Pancho" vive en un departamento contiguo al edificio "Edgardo Fabián Prátola", donde 36 chicos viven y estudian durante el año, mientras se desarrollan en las diferentes categorías juveniles del club.
Nacido en Santa Fe, Gamboa fue jugador de la categoría ‘94 hasta 2013. Luego de un paréntesis, se incorporó en 2018 al staff de psicólogos, asistentes sociales, profesores de educación física, cocineros y personal de limpieza en la Pensión del club que, además de Juveniles, desde este año hospeda a tres infantes con edad de Pre-Novena.
De su etapa como deportista, supo rescatar valores para aplicar hoy en el trabajo: respeto, predisposición, puntualidad y responsabilidad, una regla de oro tanto para los jóvenes como para los trabajadores y que hace a la identidad del club. En efecto, entre los pibes, son los mayores quienes suelen bajar esa línea y también ayudan a los más pequeños.
La modalidad de trabajo es una labor paulatina, minuciosa y constante. Al gestionar la disciplina, Gamboa diferencia al fútbol de la pensión ya que antes que un buen jugador, se busca formar una buena persona. Sobre las pautas de convivencia, explicó que se da una charla general introductoria y, a medida que van pasando las situaciones, se habla con cada uno, de modo suave y con respeto.
- ¿Cómo se logra la confianza de los jóvenes?
Estás día a día, los ves, un día les llamás la atención, otro los felicitás, otro les sugerís. Cuando ellos se acercan solos a hablarte de algo fuera del fútbol, se están prestando para una charla, comunicarse con vos, pasar a otra cosa y contarte, por ejemplo, que en la familia está mal, si falleció alguien cercano y cómo se sienten.
- ¿Cómo tratan a los jóvenes cuando no los ven bien?
Preguntamos el motivo por el cual se expresan cosas negativas y hay mucho trabajo interno para que no le afecten las cosas exteriores, lo que se dice sobre ofertas, contratos o llegar a Primera. A esa edad hay sentimientos como querer valerte por vos mismo y saber que en un par de años tenés que estar en Primera o en otros clubes, y eso te pone cierta presión. Se charla sobre no apurarse con las decisiones, le sacamos de esa negatividad y lo encaran de otro modo.
- ¿Y cuando necesitan más contención?
Aunque sea en pleno torneo o semana de entrenamiento, o los papás los ven bajoneados, tienen toda la libertad de pedir tiempo para recuperarse y cargarse afectivamente. Los papás los pueden retirar o darles permiso para viajar; y vuelven muy bien el lunes. Después, les preguntamos cómo les fue. La comunicación no se pierde con ellos, los papás, los psicólogos y los profes.
- ¿Los trabajadores del sector hacen aportes más allá de su profesión u oficio?
Ellos también son madres y padres; ayuda mucho tener una visión distinta, de lo externo al Country y que nos sugieran cosas básicas de un día a día, de una familia.
- ¿Qué representa Estudiantes para vos?
Los clubes son como una familia y en la pensión la tenemos. Nos llevamos bien con el grupo de trabajo, nos gusta ir, estar con los chicos y ofrecerles todo lo que tengamos. Se vive un ambiente bueno.
LAS VOCES DE LOS JUVENILES
Nico Fernández, nacido en 2002 en Jeppener y quien se alojó ocho años en la pensión, valoró: "Es lo mejor que te puede pasar, tenés todas las comodidades, la comida es riquísima y vivís con tus compañeros, que pasan a ser tus hermanos. La pensión es una familia, los cocineros son como nuestros viejos y nosotros, los más grandes, los hermanos mayores en los cuales los chicos más chiquitos pueden apoyarse tranquilamente. En los últimos años se generó esa confianza como para hablar de los problemas y se formó un día a día mucho más llevadero".
En la misma sintonía, Máximo Guzmán, proveniente de Pergamino con 18 años y quien estuvo en el lugar sólo en 2021 recordó que "La pasé muy bien en la pensión. Los cocineros fueron mucho para mí porque cada uno me dedicó siempre sus palabras en el momento que las necesitaba y eran una familia más".
AHORA TUTOR, ANTES FUTBOLISTA
Como Juvenil, Gamboa pasó una prueba junto al Tucu Correa, para vivir en la antigua pensión de avenida 7. Se desempeñó en la categoría 1994 como defensor y Leonardo Squadrone, su DT en Quinta, lo recordó como un jugador técnico, con buena presencia y juego aéreo: "Siempre tuvimos una relación excelente, de respeto. Es sensacional como persona".
A los 19 años, con edad de Cuarta División, Pancho quedó en libertad de acción: "Los últimos años me costó mucho estar lejos y no sentir el apoyo de la familia, extrañaba; tampoco había un espacio como el actual grupo de psicólogos que te apoyan. Eso me hubiese ayudado a levantar un poco la cabeza porque yo estaba negado". Tras jugar en otros equipos, Francisco estudiaba Educación Física, cuando fue convocado por el coach Raúl Salas para sumarse a la pensión. Él es un caso testigo de aquellos chicos que llegan a Estudiantes para cumplir sus sueños de futbolistas y, más allá de lograrlo o no, en el camino reciben del Club herramientas para formarse como personas.