Corría el año 1995 y mientras el fútbol disfrutaba de su primavera en el Nacional B, que a la postre ganaría con holgura, en el hockey se producía un hecho que por aquel entonces no tomó la relevancia como sí la tuvo con el paso del tiempo. Con apenas 17 años debutaba en la Primera de Estudiantes Carolina Fernandez Rossi.
Hoy, tras 25 años de aquel suceso, la jugadora se transformó con el devenir de los años en un símbolo, una referente; un líder que en "su silencio" transmite los valores, sentido de pertenencia y su pasión por el hockey.
"No sé si soy la persona correcta para este espacio porque nunca me sentí líder, con el paso del tiempo sí referente que creo que es algo diferente", fue lo primero que deslizo Fernández Rossi, que en octubre próximo cumplirá 42 años, acerca de lo que representa para ella ser líder en un plantel.
"Toda mi vida me caractericé por ser una persona muy callada y eso no me ayudó en nada para poder transmitir mis valores, que hoy en día sé que fueron los correctos. Con el tiempo entendí que mi forma de transmitir, todo lo que pretendía de un equipo no era hablando, sino en la cancha".
Una de las mayores cualidades de Carolina Fernandez Rossi está en cómo "muta" de una práctica a un juego y ese rol de líder, a su manera (silenciosa), le fue útil para que el resto comprenda su anhelo dentro de una cancha.
"Literalmente me transformaba cada vez que jugaba un partido. No había dolor, no había cansancio, no había problemas que no sean los de ese momento del partido. Corría hasta la bocha que sabía que no iba a llegar, no me guardaba absolutamente nada. Es decir que lo que hacía, era expresar todo lo que sentía y pensaba, y eso no era más que expresar el amor puro a lo que hacía, a lo que jugaba y sobre todo a lo que defendía, que era mi camiseta de Estudiantes y a mis compañeras".
- ¿Cómo transmitís tus valores y liderazgo al equipo?
- No lo sabía en ese momento, pero después me di cuenta de que esa era mi mejor forma de marcar camino. Si yo quería que la otra corriera y se matara, yo tenía que hacer eso y más. En todo momento, porque en un entrenamiento era igual o peor. Siempre competía a morir. Segunda nunca, yo sabía que podía ser primera y me mataba para serlo. Si alguna compañera corría delante mío, ella era mi motivación para correr más rápido e igualarla, pero la terminaba pasando porque yo siempre quería ganar. Si tenia que hacer una pasada en 60", mi objetivo era hacerla en 59". Constantemente me desafiaba a mí misma. Y sin darme cuenta iba marcando ese tipo de camino a seguir. Yo no te decía "dale, corre más que podes", yo te corría más rápido para mostrarte que se podía hacer.
Así, mi debilidad se hizo mi fortaleza, no era de hablar porque no sabía cómo decirlo, pero a la vez eso me motivaba para transmitir de otra manera qué era lo que quería decir. Mi filosofía hoy en día sigue siendo la misma, aunque tengo más seguridad para decir lo que antes no podía. Generalmente solo digo lo que creo realmente importante, y el resto lo sigo manifestando con mis formas de ser y hacer, adentro y afuera de una cancha. Si quiero que mi compañera no falte, sea puntual, sea buena con la de al lado, etc., es lo que hago yo con ella.
- ¿Ser líder, es natural o se va aprendiendo?
- Hoy si tengo que definir lo que es un líder para mí, sería una persona que reúna muchas cualidades juntas, difíciles de encontrar todas en una sola jugadora: ser positiva, empática, comprometida, segura de sí misma, ser consecuente de lo que dice, resolutiva, pero sobre todas las cosas resalto dos como las más importantes. Primero amar lo que se hace. Si vos amás lo que hacés, eso va a traer consigo muchas de estas cualidades automáticamente. El resto las irás adquiriendo con el tiempo y con la ayuda del mismo grupo que es el que te va a llevar a aprenderlas. Y segundo, la comunicación. Hoy, después tantos años y pasado por tantos grupos diferentes, hubiera trabajado mucho más mi comunicación verbal porque aprendí que es fundamental para tener un grupo sano.
- ¿Qué líderes tuviste en tu carrera y cuáles te enseñaron en Estudiantes a tener ese rol?
- Mis referentes siempre fueron las jugadoras que estaban en mayores, siempre miré y admiré a las que jugaban en la primera del club. Siempre observaba como manejaban las situaciones de juego que a mí me eran difíciles resolver y las copiaba. Y cuando algunas de ellas fueron mis propias compañeras, seguía observándolas y era mi forma de intentar mejorar mis carencias.
El amor por el club y el entender a Estudiantes como una familia lo fui aprendiendo de trabajar codo a codo con mis compañeras para conseguir cada cosa que necesitábamos. Desde sacar las matas de la cancha y cavar pozos para la conexión de luz, hasta compartir los momentos más felices del deporte como ganar un campeonato, un ascenso o simplemente la de juntarnos en el Country a comer en las parrillitas del fondo. Reforzábamos ese sentido de pertenencia y el amor por el club en cada cosa que hacíamos juntas para crecer. Todo nos costaba trabajo y después de pelearla, veíamos los frutos. Fue el mejor aprendizaje de todos. Trabajar duro, sacrificarte, enojarte, frustrarte para luego lograr cosas, disfrutarlas y estar felices.
- ¿Quién sería hoy tu espejo a seguir, y cuánto la escuela de Estudiantes te ayudó a ser líder de un grupo?
- Hoy en día ya no tengo espejos deportivos que seguir porque estoy a un paso de salir de la alta competencia de una tira A. Pero no dejo de alucinarme con la calidad de buenas jugadoras que hay en el club. Siempre miro las menores y en cada categoría encuentro jugadoras de esas diferentes, de las que te quedás admirada con las cosas que hacen.
SU ROL COMO ENTRENADORA
En cierre de la charla, Carolina también hizo énfasis en su rol de líder, aunque a ella le gusta más el término "referente", y cómo su experiencia la traslada a las jugadoras más chicas y sobre todo en las divisiones formativas del hockey albirrojo.
"Siendo hoy entrenadora de una séptima y octava división, siendo de cierta manera una líder para ellas, y después de tanto años como jugadora del club y de una Primera, siento que lo más importante para transmitir es que hay que formarlas antes como personas que como jugadoras, resaltando los valores del trabajo y el sacrificio como único medio para lograr cosas (que la mejor jugadora no es la más habilidosa como algunos entrenadores me hicieron creer alguna vez) y que esto refuerce el sentido de pertenencia. Hay que acompañarlas y darles la confianza necesaria para que se expresen libremente y disfruten su paso por el hockey y sobre todo, y en lo que insisto tanto, que amen lo que hacen. Solo así uno puede comprometerse con el club, el deporte y su equipo y dar lo mejor de si".