Antes de cada partido copero, Sabella, Camino y Gugnali pasaban por el área de Fútbol Infantil. Como una costumbre inalterable tomaban un mate cada uno, esa era la cábala. Previo a salir del Country de City Bell, recorrían el predio y se detenían en Infantiles. Ricky sabía lo que tenía que hacer religiosamente. Era una cuestión de minutos. un mate para cada uno. Uno solo. Desde la fase de grupos hasta el último viaje al Mineirao.
Ricky es Ricardo Siviero, el delegado de Juveniles en la Liga Metropolitana, donde compiten la Sexta, Séptima y Octava División. Es el organizador de esa estructura, máximo encargado a la hora de fichar jugadores y quien maneja los temas administrativos.
Platense de pura cepa, Siviero tiene 55 años, y aunque hoy no ejerza, es entrenador. Cuando hizo el curso de director técnico le dijeron que una vez recibido se "iba a tener que sacar la camiseta". Pero a él no le hizo falta. Hace 15 años trabaja en el club del que es hincha.
Hay tres nombres que sirven como puente para contar la historia de Ricardo Siviero en Estudiantes: Carlos Bottegal, Alejandro Saggesse y Gustavo Salinas. De la mano de Bottegal, que era el coordinador, empezó a trabajar en 2007 en las Infantiles.
Desde 2012 forma parte de la estructura de Juveniles donde compiten desde Novena a Cuarta División, chicos de los 13 a 20 años. Además, trabajó un año como ayudante de campo de Saggesse y dos con Salinas. Pasó de la preparación táctica y los métodos para pulir la técnica a la administración de tres grupos futbolísticos. Ricky es delegado de Metro.
Cuando los futbolistas llegan a las Juveniles de Estudiantes aspiran a jugar el Torneo de AFA, la competencia principal. La Liga Metropolitana es una alternativa para que puedan mostrarse quienes no tienen minutos en el primer equipo. Solo la mitad de las Juveniles tiene la posibilidad de jugar esta Liga, es decir: las tres categorías del bloque menor -Séptima, Octava y Novena-.
Cuando viajan para jugar de visitante la delegación está formada por 48 futbolistas -16 por división-. Desde su lugar, Siviero quiere bajar línea con el respeto como modo de conducta. "En los vestuarios, los micros, cuando viajamos, terminamos y saludamos al rival. Se gane, empate o pierda".
- ¿Qué cambios notaste en el club en estos 15 años que llevas de trabajo?
Cuando llegué en 2007 había una buena estructura. Cada vez se fue mejorando más y el predio ha crecido. Donde antes había dos canchas de césped, se han construido las dos canchas de sintético, que para nosotros es una ventaja. Antes, los días lluvia, teníamos que andar deambulando, usando el polideportivo.
- ¿Qué relación tenés con los cuerpos técnicos y los futbolistas?
Muy buena con los técnicos y con los profes. Siempre trato de mediar y estar tranquilo. Y con los pibes tengo relación. Todos los que han llegado a Primera, con que vengan y me den un abrazo, un beso y se acuerden de mí, listo, ya está. Algo bien hice, sino ni te saludan. Mi deseo personal es que por lo menos se acuerden lo bueno y lo malo: también fui técnico y, por ahí, he hecho cosas mal también.
- ¿Cuál es la función principal de los formadores del club?
Nosotros estamos para formar a jugadores que lleguen lo mejor posible a la Primera División. Tanto en lo técnico como en los demás aspectos. Por eso hago mucho hincapié en la parte humana, incluso la escuela y la educación. Siempre les digo a los chicos que se busquen un oficio, estudien o hagan algo, porque se retiran jóvenes. Y el que no llega necesita un estudio. Hoy por hoy, si no tenés el estudio secundario, no entras a trabajar en ningún lado. Entonces, si tienen la posibilidad de hacer acá el secundario en tres años, no lo desaprovechen. Es una ventaja para los pibes todo lo que tenemos acá con el tema de la educación, no lo tiene ningún club de fútbol argentino.