"No te declares jamás vencido, ni aunque mil veces en la lucha caigas", reza el himno de Estudiantes, reflejando ciento por ciento lo ocurrido entre los años 1994 y 1995. Y es que tras un doloroso descenso a la segunda categoría, el pueblo pincharrata no se quedó en la tristeza y juntó fuerzas para regresar a la máxima categoría. La gente acompañó más que nunca, y dentro de la cancha se formó un equipo que estuvo varios escalones arriba de sus competidores en la divisional.
Ya pasaron 21 años del ascenso. Pero ese ascenso comenzó a celebrarse en la despedida del equipo de la Primera con un triunfo ante Racing por 4-1 ante el delirio de toda la familia pincha que terminó invadiendo el campo y tratando a sus jugadores como verdaderos héroes tras una segunda mitad de temporada donde el esfuerzo colectivo fue moneda corriente, fue un aliciente importante para lo que iba a venir.
Miguel Ángel Russo y Eduardo Luján Manera tomaron las riendas del plantel para el operativo retorno. El grupo contaba con varios jóvenes provenientes de las divisiones menores del club que en el corto plazo se transformaron en "hombres de golpe": Edgardo Prátola, Claudio Paris, Diego Capria, Juan Fontana, Néstor Soria, Leonardo Squadrone, Gastón Córdoba, Juan Manuel Azconzábal, Ariel Zapata, Martín Palermo (luego el gran goleador ya en el cìrculo superior); entre otros; más tres futbolistas que le dieron el toque distinto al conjunto pincha: Juan Sebastián Verón, Rubén Capria y José Luis Calderón.
Se sumaron al plantel Carlos Gustavo Bossio, Luis Sosa, Alejandro Méndez, Manuel Santos Aguilar, Leonardo Ramos, Cecilio Galeano, Mariano Armentano –los tres últimos provenientes de Vélez a préstamo- y jugadores con experiencia pero criados en el ámbito del esfuerzo colectivo como Juan Manuel Llop que logró rescindir el contrato que había firmado con Newell´s pocos días antes por el interés que le generó el proyecto. A ellos se agregaron un par de nombres provenientes del fútbol paraguayo como Ricardo Rojas, Adelio Salinas, Andrés Noguera, Domingo Arevalos y Javier Ferreira que aportaban sacrificio a un equipo que lo necesitaba.
Más allá del objetivo claro de regresar a Primera División inmediatamente, Russo y Manera se propusieron volver a las fuentes que tantos éxitos le habían dado al club: el esfuerzo, trabajo, familia y compromiso.
La campaña, que se inició con un empate en un gol como local ante Chacarita Juniors por la cuarta fecha del certamen y que incluyó la participación en la Supercopa de campeones de la Copa Libertadores donde Estudiantes superó a Flamengo en primera ronda en plena pretemporada. Luego se le restó importancia al certamen internacional para dedicarse de lleno a la vuelta a la Primera.
Estudiantes terminó con el ascenso y el campeonato en una performance notable que incluyó 65 puntos y 11 puntos de distancia a su escolta, Atletico de Rafaela, 86 goles a favor y sólo 34 en contra en 42 encuentros, producto de 27 victorias, 11 empates y sólo 4 derrotas, todas de visitantes ante Deportivo Morón 0-1, Central Córdoba de Rosario 0-3, All Boys 1-3 y Atlético Rafaela 0-1 en la despedida de la categoría y ya con el ascenso consumado varias fechas antes.
El 12 de mayo de 1995, con cinco fechas por jugarse aún, Estudiantes concretó el regreso a Primera División con un triunfo por la mínima diferencia ante Gimnasia y Tiro de Salta con gol de José Luis Calderón que lo depositó al club en el lugar de privilegio que nunca debió dejar.
Los goles en ese torneo, se repartieron de la siguiente manera: José Luis Calderón 26, Rubén Capria 17, Mariano Armentano 10, Leonardo Ramos 7, Manuel Aguilar 6, Juan Sebastián Verón 5, Edgardo Prátola, Domingo Arévalos y Alejandro Mendez 3, Javier Ferreira y Diego Capria 2, Claudio Paris 1, y Sayago de Laferrere en contra.