El 5 de junio de 1936 nació José Umberto Menno en La Plata, un hincha que adoró la camiseta de Estudiantes. Creció en Tolosa, el mismo hogar donde partió a la edad de 88 años, en una vivienda de la calle 32 entre 117 y 118. Séptimo hijo de los diez que tuvieron Sabino y Antonia, sus padres italianos, emigrantes de Trani, un pueblo de Bari.
Boxeador que enfrentó a los mejores del mundo de la década del sesenta en su categoría medio pesado—hasta 79,400 kilos— y en el peso completo. El legado del "Tano" está presente cada día en la Escuela de Boxeo que funciona en UNO y lleva su nombre por ser un inolvidable ser humano, junto a su destreza y temperamento como púgil, entrenador y promotor en el noble deporte de los puños.
"Yo quería volar" esbozó sonriente en un reportaje ya había dejado atrás verdaderas batallas con potencias mundiales a las que retó siempre de visitante, en Perú, Italia, Inglaterra, Italia, Australia, Alemania y Estados Unidos, y a los consagrados "Goyo" Peralta y Miguel Páez, clásicos argentinos en los que la platea del ring side solía tener la presencia de jugadores Pincharratas.
Tras su debut amateur a los 18 años, con 40 retos de amateur, llegó a cumplir 25 años peleando en el Madison Square Garden de Nueva York ante Wayne Thornton —el uno en el ranking medio pesado— el 15 de junio de 1963; días antes, "guanteó" con Cassius Clay, en una práctica. Rivalizó con los mejores, incluido un ex campeón del mundo, Carl "Bobo" Olson,
En el campo rentado totalizó 53 combates, con 25 éxitos —7 antes del límite—, 20 derrotas —una vez por nocaut—, 7 empates y una sin fallo. El único que lo noqueó fue Oscar Natalio Bonavena. Del legendario "Ringo" fue amigo. Los unió el arte de boxear y la forma aventurera de ser, devotos del contacto con la gente. Las anécdotas abundan y encuentran a ambos ídolos en diversas situaciones en una amistad familiar.
"Ringo" entendió que parte del éxito era el marketing y condujo un programa de televisión, "Los ravioles de doña Dominga", donde su madre preparaba el almuerzo. Una vez estuvo invitado Menno. El sentimiento familiero se repitió en La Plata, donde José con su madre italiana Antonia Calefato y la numerosa familia fueron anfitriones de ese amigo carismático y verborrágico, cuya vida inspiró el año pasado la serie Ringo, gloria y muerte. Un domingo Bonavena llegó a La Plata a bordo de su camioneta Mercedes Pagoda color roja y quedó una anécdota. "Después de comer salieron a tomar aire a la vereda y Ringo vio que el toldo de la verdulería no tenía leyenda, así que dieron unas vueltas en auto y se le ocurrió: ‘José, tengo el nombre para el negocio de su hermano… ¡Compre a Menno y gane más!" recuerda hoy Miguel Angel Menno que atendía esa verdulería en el barrio norte, esquina de 4 y 35, con el toldo que se desplegaba sobre una ochava, en cercanías del actual colegio Vergara. "De amateur los vi pelear en Pompeya, que era el barrio de Ringo. La dieron empatada, pero ganó José", enfatizó Miguel, 79 años y con toda la lucidez mental.
Hubo un choque Menno y Bonavena en el campo rentado, el 26 de abril de 1970, en el Palacio Peñarol de Montevideo. En ese tiempo el boxeo no tenía tantos organismos ni divisiones por categorías, y a partir de los 80 kilos se pasaba a pelear sin límites en la balanza. José, a los 34 años, dio 87 kilos; Ringo, de 27, con 93,500 y en la previa de otra postulación por la corona mundial (el 7 de diciembre de aquel año fue la épica pelea con Muhammad Alí). La expectativa de José fue grande como el show, a estadio completo: "De verdad ansiaba esta pelea para demostrar que todavía estoy en condiciones para enfrentar a un gigante como lo es Ringo, hay que reconocerlo, tanto por su físico extraordinario como por su peso en sí. Quiero también demostrar que gigante y todo Bonavena es un rival difícil pero no imposible para mí". Bonavena venció a Menno, lo cual era previsible, con una mano al hígado en el segundo round, cuando iba un minuto y quince segundos.
Curiosamente, el mes anterior —mayo del 70— Menno custodió en la capital uruguaya al plantel Pincha que se llevó la tercera Libertadores. Menno arribó con el micro de la delegación y permaneció en el vestuario. Muchos medios tergivesaron lo que pasó y que en los últimos años de su vida José le confió al periodista Gabriel López en una charla: "Entré al campo cuando terminó el partido y todo el mundo se la quería agarrar con Bilardo. Lo venían corriendo feo a Carlitos y le abrí la puerta del túnel, pero nunca estuve ahí como pesado".
El "Tano" Menno amaba ir a la cancha. Arrancó viendo al equipo en los años 50 con los amigos del viejo Mercado de 4 y 48 donde trabajó. También fue repartidor de leche en carro y le gustaba hombrear los pesados tarros como parte del entrenamiento.
Gozó de afecto mutuo con Zubeldía y Bilardo. Hoy, el ex arquero Alberto Poletti conserva el recuerdo de "José Menno, un gran tipo y un laburante". Cuando José fue guía y manager de boxeo se radicó en el país de sus ancestros, Italia, en la ciudad de Génova donde compartió momentos con Juan Sebastián Verón cuando la "Brujita" brilló en la Sampdoria entre 1996 y 1998. Trató con muchas celebridades del espectáculo y del deporte, sin olvidar al "Cabezón" Enrique Omar Sívori, quien pidió organizar una cena para Menno.
"Era un mediador. No sabía lo que era el egoísmo y ayudaba muchísimo. Era una persona que en ciertas situaciones y con gente temperamental se mostraba muy diplomático. No se agregaba en alguna riña con una discusión, pero te llevaba para el lado que quería él, la paz, y lo hacía con su psicología", contó Ruben Elicabide, un primo que lo ayudó en su paso como técnico de boxeo.
El "Trotamundos", como lo apodaron, se abrazó fuerte con Carlos Monzón la noche en que el santafesino noqueó al héroe de los italianos, Nino Benvenutti y fue monarca de los medianos, siendo sparring. Cuando le preguntó cuánto le cobraría, José esquivó el costo y apuntó a la gloria de tenerlo en la exhibición en su retiro, que aconteció finalmente el 11 de diciembre de 1970, en el gimnasio de Atenas. Y, entre otros ídolos que adhirieron, estuvo Pascual Pérez, ex campeón mundial de los moscas, presente en el ring side.
Al gran José se lo recuerda como "un campeón sin corona", muy técnico, corajudo y de mandíbula fuerte. Dejó el legado de la superación y un inmenso humanismo. Elegía las frutas y verduras en su alimentación siempre sana. Lo disfrutaron sus nueve hermanos y sus cinco hijos. Sus ojos se cerraron el 17 de noviembre de 2014, a la edad de 78 años. En esos días los devotos del rudo deporte organizaban nuevamente la disciplina dentro del Club Estudiantes, y por decisión unánime bautizaron la Escuela de Boxeo con su inmortal nombre, José Umberto, "sin la hache", como solía aclarar. En el anterior festival realizado en UNO (el sábado 14 de junio se realizará el segundo de boxeo amateur en lo que va del año) los altavoces despertaron el largo aplauso ante un reconocimiento a diez años de su partida, antes de dar paso a los combates de las nuevas generaciones. Esas que en el Club ya saben que el boxeo tiene un pasado de leyenda y un buen espejo de valores para imitar.