El Noroeste argentino tiene una variedad de paisajes que asombra. En kilómetros se puede pasar de las interminables Salinas Grandes -que alcanzan hasta donde los ojos pueden ver- a los áridos desniveles de la Puna jujeña, pasando por ríos y salinas, por valles y pueblos. Todo con un denominador común: el agobiante calor.
Hasta allí llegó Julio Santana, un socio pincharrata que recorrió el Norte con su familia. En una de sus travesías, y en busca de un sitio para refugiarse del sol, localizó un pequeño pueblo llamado Tres Pozos. Un pueblito con una calle principal y sólo siete que la cruzaban perpendicularmente, con casas de una planta construidas de adobe sin revocar. Sobresalía un pequeño restaurant: "El solar".
Julio y su familia se sorprendieron con el enorme televisor LED, que reproducía imágenes de un superclásico jugado días atrás. El restaurant era el living de la casa de César y su familia, quienes atendían su negocio con la amabilidad característica de los pobladores locales. La segunda sorpresa del día fue cuando César vio el escudito del Pincha en la chomba Adidas de Julio, y preguntó:
-¿Vienen de La Plata? Lo supuse por el escudito de Estudiantes de la remera.
-Si me decís que sos pincharrata me muero! -le contesto Julio.
-No. Soy de Boca. Pero, si quieren, les voy a contar una historia de acá del pueblo, que les va a gustar.
Y luego de una breve pausa, propia de ese ritmo puneño tan especial, continuó:
-Hasta hace unos años yo jugaba en el club local que participa en la Liga de la Puna Jujeña. Era un número 5 aguerrido y raspador y más de uno decía que me parecía al Chapu Braña. Cuando entramos en la Liga regional, hicimos una reunión en el Club; teníamos que decidir con que colores y con qué camiseta jugar. Había hinchas de varios equipos, de acá del Norte y de Buenos Aires, que querían imponer los suyos…
César relataba con la pasmosa tranquilidad de la siesta en un verano caluroso jujeño, aunque Julio lo miraba con la inquietud propia de un nene esperando alguna palabra sobre su Estudiantes querido.
-…Pero al final entre todos decidimos que jugaríamos con la camiseta de Estudiantes de La Plata. Nos pareció que era un gran ejemplo para los chicos y para todo el pueblo de que, con humildad y trabajo, se podía llegar bien alto, hasta a ser Campeón de América... o del Mundo. Hicimos rifas y peñas para juntar la plata y unas semanas después nos fuimos hasta Jujuy y encargamos las camisetas originales de Estudiantes que, desde aquellos años, son también las nuestras. Solo le pusimos un cartelito sobre la publicidad con el nombre de nuestro Club: "Ecos Puneños".
La única reacción de Julio fue darle un interminable abrazo, cargado de emoción y de un sentimiento indescriptible: estar a más de 2.000 kilómetros de La Plata y que Estudiantes esté presente, sea parte fundamental de este pueblo. Antes de la despedida, César desempolvó un cuadro de su habitación: allí se podía ver a la formación de Ecos, con una camiseta albirroja Olan de finales del ’90. También le dijo que el ejemplo de Juan Sebastián Verón, al retornar de Europa en 2006, fue clave para la decisión de tomar los colores.
Ecos Puneños se forjó con sacrificio y humildad: en el lugar no hay césped, por la escasez de agua el polvo forma remolinos interminables y el clima es un factor determinante a la hora de la práctica de fútbol. El club puneño representa fielmente el ADN pincharrata.