El fútbol de galera y bastón había pasado de moda, el fracaso de la Selección Argentina en el Mundial de Suecia 1958 había puesto de cabeza a todo el fútbol argentino. ¿Cómo había que jugar? En medio de fundamentalistas del viejo "fútbol espectáculo", y con los llamados clubes "grandes" del país sin un rumbo definido, Estudiantes empezó a forjar su propia historia para cambiar la de todos.
No eran épocas buenas para el Pincha, que no podía salir de los últimos puestos del torneo y que se salvaba del descenso a la Primera B gracias a la reconstrucción en el fútbol argentino que había impulsado Valentín Suárez, por entonces presidente de la AFA, que había anulado los descensos por un período de cuatro años.
"Tengo dos candidatos al fin: Victorino Spinetto o Osvaldo Zubeldia. ¿A quién prefiere?", le preguntó Mariano Mangano a Miguel Ignomiriello, quién no dudó demasiado y respondió: "Osvaldo Zubeldía".
En la sede social se buscaba un director técnico capaz de sacar el equipo a flote y de reconstruir todo el esquema futbolístico del club. Ignomiriello nunca lo había visto trabajar a Zubeldía, ni tampoco había cruzado palabra, pero sabía de su obsesión por perfeccionar constantemente el juego y, además, le habían comentado que se reunía con otros colegas semanalmente para estudiar tácticas, estrategias y jugadas de reglamento, algo atípico para la época.
El 13 de enero de 1965 Zubeldía se tomó un tren en la Estación Constitución y se acercó sede pincharrata pasadas las 18:45 horas. Tras una hora de reunión, llegó a un acuerdo para transformase en nuevo entrenador albirrojo. "El flamante DT rojiblanco no cree en milagros, sí en trabajos", titulaba el diario El Día de la época empezando a mostrar el perfil del Zorro.
Tres días más tarde el produjo la firma del contrato y se formalizó el nuevo cuerpo técnico: su ayudante de campo Argentino Geronazzo, el preparador físico Jorge Kistenmacher y el doctor Roberto Marelli. Este equipo de trabajo se completaba con Ignomiriello como técnico de la Tercera, ya que él le daría la materia prima para formar los futuros planteles.
El primer entrenamiento de Zubeldía se dio el 19 de enero por la tarde, en la estadio Jorge Luis Hirschi. El flamante técnico arribó pasadas las 8 de la mañanaa la Estación Ferroviaria de La Plata y, desde el primer minuto, buscó formar un equipo que estaba desarmado.
La idea del Zorro era clara: esfuerzo y sacrificio de todos. Se trabajaba con o sin lluvia, la parte física nunca se dejaba de lado y, la repetición de jugadas, eran obligatorias. Las charlas frente al pizarrón eran moneda corriente, y la lectura minuciosa del reglamento permitía sacar ventaja luego dentro del campo de juego. Con esto Zubeldía revolucionó el mundo Estudiantes… y el del fútbol mundial.