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Boxeo • 16 abril 2024

Héctor Patri, el alma de un "León" que peleó por un título del mundo

La última velada boxística en el Estadio UNO dio lugar a la emoción de las peleas y en la tribuna hubo aplausos que enrojecieron las manos de quienes saben de historias en el rudo deporte. Se rindió homenaje a Héctor Luis Patri, hombre de gran sencillez que a los 67 años disfruta de todo lo que rodea al ring. Es que allí proyectó su vida el "Enano", que fue un grande del deporte no solo por sus capacidades sino por la conducta que mantiene hasta hoy, jubilado y con la misma mujer, Carmen Guerrero, quien lo acompañó en la visita a Estudiantes.

Afrontó 89 combates en el campo rentado, donde fue un león, con la pimienta de su derecha y la izquierda como la mano de la defensa y el ataque secreto; encuadrado en la categoría Mini mosca (no supera los 49 kg y 200 gr) fue campeón Argentino, Sudamericano y dueño de la faja Mundo Hispano. Su cuerpo fibroso en una talla baja de 1,53 recorrió dieciséis años como profesional, entre 1978 y 1994, presentándose en catorce países y con "Un sueño que todo deportista quiere cumplir y pude hacer realidad, cuando traje diploma de honor en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976".

"¿Qué pensaba cuando estaba en un vestuario esperando una pelea? Solo pensaba en boxear y en ganar sin lastimar al rival", explicaba en la noche de verano, cuando su calidez se abrazó a la de muchos integrantes de la familia Pincha que concurrieron al festival amateur y otros adeptos a los puños que no eran precisamente de La Plata. Es que Patri peleó con cinco campeones del mundo: Santos Laciar, Gustavo Ballas, Carlos Salazar - todos argentinos -, el colombiano Prudencio Cardona y el estadounidense Michael Carbajal.

LOS PRIMEROS PASOS

¿Cuándo y cómo comienza su desvelo? Su vecino Miguel Cheker estaba en su apogeo como boxeador profesional y Héctor no lo sabía, hasta que una situación los llevó a charlar de este deporte. Patri estaba con un diario en la mano cuando pasó Cheker y le preguntó si se lo prestaba para ver una noticia. Ahí estaba la noticia de boxeo. "Mirá, este estoy yo". El pibe que aún iba a sexto de la escuela Primaria no dudó ni un segundo: "¡Yo también quiero boxear!". Pocos días después le presentó al profesor Ramón Custodio en el Club Platense. Empezó a pegarle a la bolsa con 13 años, casi al mismo tiempo que en el mundo reinaba Nicolino Locche. "Había escuchado la pelea por radio y estaba feliz, pero también me enojaba cuando Cheker me decía ‘tenés que tomar la sopa si querés pelear… Y terminar la escuela".

También tuvo que esquivar a su propia madre, que en aquella casa de la calle 57 nunca se enteró de su debut amateur. "Escondía el bolso del entrenamiento, hasta que me hincharon el ojo y cuando encontró el bolso me lo tiró. Me fui de casa, caminé de 57 y 26 hasta 72 y 118 donde vivía mi papá. Cuando me reencontré con él, me contó que había practicado boxeo, y me compró la ropa para volver a pelear", revive Héctor.

Compartir con José Menno lo transformó en un Pincha de ley, ya que el mediopesado de los años sesenta fue entrenador de Patri y durante un tiempo, su cuñado. La nostalgia de una tarde de fútbol nos llevan a una fotografía publicada por un diario, con los brazos en alto del "Enano", recibiendo el aplauso del público albirrojo tras salir por el túnel y llegar al círculo central junto al inolvidable Sergio Víctor Palma recién coronado en los súper gallo de la AMB. "Esas eran cosas de Menno", sonríe, como lo hizo Estudiantes al ganarle después a Quilmes 2 a 1 por el torneo Nacional de 1980, cuando jugaba sus últimos partidos Juan Ramón Verón, el máximo ídolo en el paladar futbolístico de este púgil. Justamente Patri, que acompañó a Palma en una presentación en la ciudad colombiana de Barranquilla, se encontraron con "La Bruja" cuando jugaba para Junior. "Fue de casualidad, pero imagínate la alegría. Me gustaría saludarlo la próxima vez que vaya a La Plata, y también saludar a Sebastián Verón".

"El secreto estaba en el gimnasio, donde nadie te ve", suelta quien siempre dio ventajas en la balanza cuando bajaban al peso mínimo algún rival mosca o gallo. Pero entendió el boxeo como un trabajo que exige un esfuerzo constante y consciente. Del camino recorrido quedan anécdotas jugosas, como en las olimpíadas, cuando conoció a Ray "Sugar" Leonard. Otra vez, durante un entrenamiento con la Selección en la provincia de Mendoza, se dio el gusto de guantear con el legendario Nicolino Locche "cuando ya estaba retirado y quería moverse un poco".

El sábado 11 de abril de 1981 salió el anuncio de su primera gran pelea que resultó una magnífica performance. Entrenado por José Menno se presentaba ante Rodolfo Rodríguez en el gimnasio "Dante Demo" del Club Atenas por el título nacional de los minimoscas; rival de brazos largos, con 80 peleas sobre las 20 de Patri, y a la vez, en posesión de la faja sudamericana.

La prensa resaltaba "la radicación transitoria de Rodríguez en Venezuela donde peleó bajo los regímenes del Consejo Mundial". Todo lo hacía duro, pero el ánimo de Patri estaba por las nubes y no veía obstáculos. Al cabo de 12 rounds logró la victoria en un fallo unánime del jurado, otorgando tres, cuatro y cinco puntos de diferencia. Título argentino que el "Enano" defendió exitosamente en dos ocasiones.

Aquel sábado de gala tuvo en el ring side la visita del técnico Santos Zacarías y del promotor Juan Carlos Lectoure, pero mucho más profundo se aloja en la memoria de Patri la presencia de la mujer que le dio la vida, Benigna Blanco. "Cuando me sacan los guantes me acerqué y de rodillas le alcancé el cinturón". Otra clave en su rincón fue Sergio Víctor Palma (entonces ya era campeón mundial y su cabeza emergía con un consejo en cada descanso), "vino a ayudarme, pero cuidándose, porque me dirigía Menno".

La amistad con Palma empezó antes de los logros grandes. Se preparaban para un campeonato de Novicios en Salta y al chaqueño le faltaban las botas obligatorias para combatir. El diminuto compañero de pelo ensortijado no dudó en prestarle las suyas. Esa noche, con ese par de botas ganaron los dos y desde entonces uno estuvo pendiente del otro.

En 1985 iba por la calle Bouchard para hacer una sesión de práctica y en la vereda del Luna Park se anticipó al futuro del emblemático estadio. Lo paró "Tito" Lectoure para "decirme que iba a dejar todo, estaba cansado de muchas cosas y me recomendó un par de entrenadores, uno de ellos era Héctor Dipilato (de los más importantes en la historia del boxeo en Mar del Plata)". Como uno de los hermanos de Patri se encontraba viviendo en la localida balnearia, no dudó en mudarse de Los Hornos a la ciudad atlántica.

Constituyó sin duda un gran acierto elegir aquel destino. En Mar del Plata —ciudad donde hoy sigue viviendo—, el 9 de agosto de 1985 pudo vencer al chileno Ramón Albers el cinturón Mundo Hispano, "una instancia para acercarse a pelear por título del mundo". Otras veladas cumbres fueron en Chaco, el 19 de junio de 1987 frente a José Badilla, "empatamos y retuve el título argentino". El 7 de noviembre de ese año y ante el mismo rival alcanzó el Sudamericano, en Ushuaia, ciudad donde hizo la primera defensa exitosa ante José Lagos en octubre de 1988.

La noche más esperada fue en Estados Unidos contra Michael Carbajal, un norteamericano de ascendencia mexicana, que "no era chiste" según reconoce el promotor argentino Juan Abraham Lerena y se anima a asegurar que "hizo bien en agarrar esa oportunidad". Era la primera vez en la que Patri podía ser campeón mundial, pero habían sido notificados a último momento. Con su técnico Dipilato seriamente disgustado, si aceptaron fue por las ganas del platense de 34 años. Fueron por la proeza ante un rival doce años menor que defendía su título de rey minimosca versión FIB por cuarta vez y estaba invicto en 20 presentaciones.

Patri cuenta "yo estaba bien rankeado en distintos organismos". Y con un marco espectacular se presentó en el "John O'Donnell Stadium" (hoy Modern Woodmen Park), en la ciudad de Davenport, estado de Iowa, a orillas del río Mississippi. Donde suele jugarse beisbol se vio el estilo encarador y la guapeza de su alma, cuando en el segundo round Patri recibió un golpe en el ciático que lo dejó paralizado. "Fue un golpe muy feo y se la aguantó", reconoce Lerena. Desde el gong del tercer asalto y hace el decimosegundo y último round afloró lo mejor hasta terminar de pie. Las tarjetas dieron ganador al local. "Fue la mejor pelea de mi carrera, y mirá que he peleado con mejores boxeadores que Carbajal, como Falucho Laciar, que por algo fue campeón en dos categorías", afirma Héctor. Para la historia quedó aquel 10 de mayo de 1991.

Patri asegura que "No fui un gran boxeador, me las rebuscaba para que las cosas salieran bien. La virtud que logré a través del tiempo fue pegar y no dejarse pegar. Ojo, esto lo digo sin fanfarronear, porque tenía muchos reflejos y la habilidad para adivinar los golpes del rival, yo le veía los movimientos. Me molestaba que me peguen… Si me pegaban, yo te pegaba el doble, y podía salir adelante en una pelea difícil. La mano izquierda era mi defensa y mi ataque".

Peleador de raza, sacrificado y honesto, dejó un mensaje para los boxeadores amateurs del Club Estudiantes de La Plata a los que desea darles una clase y charlar junto al técnico Rogelio Bustos. "Les diría lo que cualquier veterano sabe del boxeo, que no es suave para nada, y es difícil porque te tenes que cuidar y ser consciente de que tu físico va adelante para demostrar quién sos. No hay que trasnochar, ni comer cualquier cosa, y lo principal es contar con alguien que te entrene como te merecés".

Casado con Carmen Guerrero, quien lo acompaña desde 1973, una hija de 37 años, Cintia Eliana, que representa el amor de una familia que gusta del deporte. En la casa ubicada en el barrio Parque Camet las puertas están abiertas y no falta la impronta de un león del ring, con un dibujo donde está con la guardia alta, rodeado de cuadros con fotos, trofeos y una camiseta de Estudiantes. "Está autografiada por jugadores y fue un regalo de los ex boxeadores", contó con orgullo en el festival amateur en UNO, donde recibió varios reconocimientos, especialmente el del aplauso que se destinan a los grandes. Héctor levantó sus brazos como queriendo absorber todo el cariño. Como lo hizo una noche de la que ya pasaron 42 años, cuando ganaba su primer título.

 

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