"El día que me lo encontré a la Brujita Verón por primera vez me abrazó de atrás y yo no lo podía creer". Horacio Molinari- o ‘Peque’, como lo apodan todos en el Country- es un hincha albirrojo de toda la vida. Pero hace siete años le llegó una oportunidad maravillosa: su yerno, cocinero de aquel entonces, le propuso que lo ayude en la cocina del club. Así fue como entró a trabajar a Estudiantes, justo un mes antes de la asunción de Alejandro Sabella como director técnico. Peque llegó con una Libertadores bajo el brazo.
"Los primeros acercamientos con los jugadores fueron muy lindos. Imaginate que yo soy hincha de siempre", cuenta. "Uno tiene que demostrar cariño por el club haciendo lo que sabe. Los jugadores jugando al fútbol, y yo cocinándole la comida que más les gusta", dice Horacio. Con Sabella tuvo una relación increíble, al punto de ser cómplices en muchas bromas. Un mediodía estaba cortando cebolla sobre la mesada, porque estaba realmente apurado. Alejandro pasó, y le preguntó por qué no utilizaba una tabla. Peque lo miró, y le preguntó: "¿y vos por qué no jugas con líbero?". Pachorra se rió, y le prometió no preguntarle más porque tenía miedo que termine armándole el equipo.
La final del Mundial de Clubes frente a Barcelona fue un partido que marcó a fuego a jugadores, dirigentes e hinchas albirrojos. De aquella travesía a Dubai, ‘Peque’ rememora varias anécdotas. No lo dejaban cocinar en el hotel, por los seguros internacionales y los supuestos riesgos de que alguien "ajeno" al lugar se encargue de la comida. El cocinero era suizo, y una chica ecuatoriana oficiaba de traductora. "A la mañana me encontraba con ellos, y ahí empezaba la historia, porque tardábamos bastante para que me entiendan. Una vez estuve dos horas intentando explicarle como se hacen las milanesas", recuerda entre risas.
El actual técnico del plantel profesional, Gabriel Milito, era jugador de aquel equipo culé. Al terminar el partido, tuvo un gesto que ‘Peque’ valora mucho: "Se acercó a saludarnos uno por uno, dejó de festejar con sus compañeros para saludarnos. Es un gesto bárbaro, que ni bien vino como técnico se lo recordé".
Todo aquel que haya probado sus empanadas de carne cortada a cuchillo afirma que son las mejores del mundo. "Los jugadores hacen cola para comerlas. Tengo que tener cuidado, porque alguno quiere llevarse tres o más – el permitido es dos por jugador- y otro se queda sin comer".
Anécdotas respecto a los gustos de cada campeón de América hay varias, pero el goleador del equipo era el más "mañero". "A Mauro Boselli todo lo que fuese blanco no le gustaba. No le gustaba la crema, el puré, el queso ni el jamón", explica. Pero 'Peque' encontró la forma de engañarlo: a la tarta de verdura le ponía queso. "Él me preguntaba diez veces si tenía queso, y yo le juraba que no". En cambio, el "Chavo" Desábato tiene predilección por el café, en especial por la lágrima. "Siempre me pide lo mismo: una lágrima mitad y mitad", dice riéndose.
Hace algunos años, Horacio participó del disco a beneficio del Hospital de Niños producido por Iván Sadovsky, donde también colaboraron varias figuras del equipo. "Fue una alegría muy grande porque significa que te quieren, que te tienen en cuenta y a uno trata de hacer lo mejor posible".
A través de las concentraciones y de la convivencia diaria, ‘Peque’ forja grandes relaciones con los jugadores. Cuando a alguno le toca emigrar, no pierden el contacto. En la casa tiene alrededor de 40 camisetas, de las cuales más de 15 son de clubes alrededor del mundo donde han ido a jugar ex pincharratas. "Ellos se van pero siempre se acuerdan, eso para mí es un regalo de Dios".
A modo de conclusión de la charla con el sitio oficial, ‘Peque’ expresa en pocas palabras lo que siente ser parte de Estudiantes de La Plata. "Todas las mañanas le agradezco a Dios por estar en Estudiantes y vengo contento a trabajar. Aunque tuviera plata, vendría a trabajar gratis"