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ADN • 18 julio 2015

La primera en alentar

María Martínez recibe al micro del plantel cada partido que Estudiantes juegue de local desde la década del ’80. Su historia de sacrificio y esfuerzo, y el joven que cambió su vida por completo.
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Ella los espera, paciente y ansiosa a la vez, más de media hora antes de la llegada. Saluda a todo periodista, trabajador o allegado que merodee la zona de vestuarios y estacionamiento del Estadio Ciudad de La Plata. Con una sonrisa los recibe al bajar del micro, y a medida que pasan delante suyo los motiva con una palabra de aliento, de confianza hacia "sus" jugadores. Ella es María Elena Martínez, "Marita".

Marita comenzó a recibir a los jugadores en la década del ’80, cuando el Pincha hacía las veces de local en 1 y 57, pero su historia con Estudiantes se remonta varios años atrás. Su familia era de Azul y vinieron a vivir a La Plata cuando ella tenía sólo 1 año de edad, porque Marita estaba enferma de poliomielitis. Se afincaron en el Barrio Hipódromo, en una pensión donde el dueño era fanático pincharrata. "Cuando salimos campeones, allá en los ’60, él me llevaba en andas a 7 y 50 a festejar porque yo caminaba en muletas", contó Marita.

A la cancha empezó a ir de adolescente, en la década del ’70. Iba con su madre a la platea de calle 1, y su primer partido fue un 7-1 contra Boca. "Mi madre era fanática de Boca, pero me acompañaba con tal de que yo fuera" dijo Marita, y agregó entre risas que "mi hermano era del otro cuadro de la ciudad, y cuando jugábamos el clásico mi madre quería que empatáramos para que ambos estemos felices".

Entre cientos de recuerdos y anécdotas rememoró una en particular. El 12 de mayo de 1995 ascendimos a Primera División, y Marita estuvo allí. Caminaba con bastones y órdenes, y veía el partido en el portón que separaba la platea techada con la platea visitante. El árbitro pitó el final, el portón se abrió y Marita se zambulló de cabeza al césped desde donde tantas alegrías habían surgido. "Me largué a dar la vuelta olímpica casi atrás de todo", recordó. Todavía conserva una mata de pasto de aquel día.

En la actualidad, concurre sola al Estadio, con un lugar de privilegio al otro lado de las vallas de contención. También vivía sola, hasta que la vida y Estudiantes hizo que su camino se entrecruce con otra historia de esfuerzo y sacrificio.

Mariano Merli es un chico de 16 años que vino a probarse en las Inferiores desde Azul, la ciudad natal de Marita. La pensión del club no tenía cupo, hoteles quisieron cobrarle una fortuna y Mariano no tenía lugar donde alojarse. Ella se enteró a través de la Filial de aquella ciudad, y se contactó con los padres para ofrecerles alojamiento gratuito.

Juega en la Séptima División de Liga Metro, donde jugó 6 partidos y convirtió 7 goles. Concurre a la escuela del Country, donde tiene uno de los mejores promedios. "El "Flaco" Alayes me dio una mano muy grande: hizo que lo becaran totalmente y le dan el almuerzo en el Country", dijo Marita. Mariano se toma dos micros de ida y dos de vuelta, saliendo 6:30 de su casa para regresar alrededor de las 19.

"Vivo por y para él, mi vida cambió por completo y lo considero mi hijo postizo" contó Marita con una alegría inconmensurable en su rostro. "Mientras pueda lo voy a acompañar en su sueño, tiene un gran futuro por delante y lo merece porque es un chico con grandes valores y educación", cerró la nota con el sitio oficial.

Christian Nahuel Sosa

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