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Filiales • 5 junio 2018

Mohammad, un Pincha por adopción en Tel Aviv

Próxima a cumplir su primer año de vida, la Filial Tel Aviv "Edgardo Prátola" acogió a un joven refugiado nacido en Sudán que llegó a Israel en busca de una mejor vida. Mohammad, de 17 años, forma parte del equipo albirrojo israelí y agradece que la familia Pincha le haya dado un lugar en su corazón. Una historia digna de ser contada.
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La Filial Tel Aviv del Club Estudiantes de La Plata está pronta a cumplir su primer año de vida, muy fructífero por cierto y absolutamente fiel a los principios que inspiran el accionar solidario de las representaciones albirrojas en Argentina y el resto del mundo. A los encuentros por la no violencia promovidos entre hinchas de distintos clubes tuvo su "ópera prima" en el partido organizado contra la Filial Israel del Tottenham Hotspur, en el marco de la "Copa Juan Foyth ", a lo que se sumó la organización "No más violencia". Su presidente Eliel Nehmad tuvo la oportunidad de visitar el Country de City Bell, donde fue recibido por Juan Sebastián Verón, jugadores históricos y actuales.

Ahora protagonizaron una historia digna de ser contada, dado que aquel compromiso fue a beneficio de la entidad Elifelet for Refugee Kids, que refugia a chicos africanos que huyen de los genocidios: Mohammad tiene 17 años, es de Sudán, y reside en condición de desplazado en el sur de Tel Aviv. Hace 3 meses se incorporó a las filas del equipo de Estudiantes TLV gracias a la cooperación entre los dirigentes de la filial estudiantil en dicho país y la organización "Gan Levinsky", que proporciona una plataforma con distintas actividades para jóvenes en la misma condición que Muhammad.

Su familia, proveniente de la Tribu de Dgibal AlNuba o "Montes de Nuba" es atacada incesantemente por fuerzas militares del gobierno con el intento de conquistar la región. Sin embargo, debido a las intensas e interminables guerras que han sufrido esas tierras, él y su madre se trasladaron hasta Egipto, donde la vida no les proporcionó la suerte que anhelaban. Con su padre entre países debido a las circunstancias y ya con un nuevo integrante (Nifasha, de dos meses de edad), su mamá y sus dos niños se vieron obligados a cruzar el desierto del Sinaí a pie para finalmente llegar al país soberano de Oriente Próximo. "Yo recuerdo las montañas, la arena y el calor agobiante cuando caminábamos por el desierto. Le tengo un amor y un aprecio inexplicable a mi madre, yo sobreviví gracias a ella y a su fuerza interminable. Nuestra familia cree en un futuro mejor, se está acercando y pronto llegará", contó.

Finalmente arribaron a territorio israelí en 2006. Su padre, quien logró llegar por otra ruta un mes antes fue capturado en su condición de "infiltrado" y liberado al cabo de varios meses. A los pocos años nació la hermana menor Noj´a y fueron "adoptados" por la familia Shoval del Kibbutz Ein Hashofét en el norte del país, donde recibieron una cálida bienvenida. En el Kibbutz, según reveló Muhammad, comenzó su romance con la pelota, esperanzado en poder salir adelante: "Si recibiéramos la nacionalidad y por consiguiente los derechos de ciudadanos israelíes podríamos crecer y progresar. Hoy el Ministerio de Educación opera nuestra escuela y eso demuestra que hemos subido un escalón más en la escala de la aceptación dentro de la sociedad. Hoy me toca trabajar de lo que pueda, pero me gustaría estudiar y crecer en lo que hago".

El joven se esfuerza diariamente para poder vivir de ello y así ayudar a su familia. Ha probado suerte en distintos clubes como Bney Yehuda TLV y en Hapoel Ramat Gan, pero sin suerte. Hoy juega en Estudiantes TLV y entrena todos los días con amigos que juegan en el orden profesional para mantener el mejor estado físico. "Disfruto mucho en Estudiantes TLV, hay buen fútbol y buen ritmo, pero sobre todo está lo humano. Se siente la amistad entre los jugadores y la competitividad es sana. Es un grupo serio al que le gusta jugar y tiene un deseo profundo por ganar".

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