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ADN • 3 octubre 2015

Pasión más allá de la distancia

Roberto Mina trabajó de canillita en el Ferrocarril Roca. Allí se enamoró de Estudiantes, de su gente y de su pasión. Hoy, a 35 años de aquellas historias, pudo cumplir el sueño de volver a ver al Pincha.
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La vida de Estudiantes se compone de cientos de historias mínimas. Gente alejada de los flashes, del estrellato; personas que dejan familia, trabajo o dinero para ir a alentar al León. Hombres y mujeres que colaboran desinteresadamente para el bienestar de la institución; gente que, estando cerca o a miles de kilómetros, honra el ADN y los colores pincharratas.

La historia de hoy nos traslada hasta la provincia de La Pampa. El protagonista es Roberto José Mina, pampeano de nacimiento, que durante su infancia vino a vivir a Plátanos, una localidad del partido de Berazategui. Roberto no tuvo referencia familiar ni amistad que le inculque el sentimiento por algún club: él eligió la pasión de Estudiantes. Conozcamos su historia en primera persona.

"A la edad de 8 años perdí a mi viejo. Entre los tantos problemas que aquello generó, estuvo la falta de una referencia deportiva que casi todo niño tiene para inculcarle de pequeño el amor por su club. Por esta razón, me tuve que ir desde La Pampa (lugar donde nací) a Plátanos a vivir con mi abuela materna, quien era muy humilde. Su economía no alcanzaba para la olla; me calcé una pila de diarios debajo del brazo y aporté a la familia como canillita.

Si bien ese momento fue muy duro, 40 años después digo que fue lo mejor que me sucedió: una de las zonas donde me tocaba trabajar era en  el Ferrocarril Roca, de Plátanos a La Plata. Ahí me hice pincharrata, porque veía a hinchas de Estudiantes que se tomaban el tren para ir a la cancha. Se me eriza la piel al recordar como lucían esas camisetas. En el año 1979 participé en un concurso denominado "El niño plus ultra", que me dio la oportunidad de conocer el plantel de Primera División. Los acompañé en una concentración en City Bell y de ahí fui con ellos hasta la cancha, donde pisé 1 y 57 por primera vez. Fue lo más lindo que me pudo haber sucedido. De ese modo confirmé mi amor por este club, el cual no fue inculcado por nadie, sino generado por mis propias vivencias de chico.

En 1980 me toca regresar a Santa Rosa, La Pampa. Siempre con la misma pasión, a pesar de que en aquellos años tener noticias de Estudiantes era una odisea. En la actualidad es más sencillo, dados los medios de comunicación.

Siempre fiel a esta pasión albirroja, en el 2002 puse una mensajería de motos con el nombre de "El Pincha" eso duro hasta el 2006.

Sin dejar de pelearla un minuto, en 2008 puse la hoy famosa gomería "El Pincha". En Santa Rosa decís Estudiantes de La Plata y todos hacen mención a la familia Curciarello (familia muy conocida de la ciudad y muy pincharrata) y a esta gomería. Hinchas que ven el cartel, pasan a saludar, como así también algunos pinchas de otros lados que anda de paso. ¡Mate siempre hay!

Luego, con la iniciativa de Rubén y Antonio Curciarello (padre e hijo) se creó la Filial La Pampa "Alejandro Sabella" de la cual orgullosamente formo parte. Gracias a ello, hoy estoy a punto de cumplir un sueño que es ir a ver un clásico con mi hijo, tan hincha como yo, dado que si no fuese porque la filial organiza estos viajes que son baratos para que todos podamos ir, no podría hacerlo. Después de 35 años vuelvo a la cancha, voy a ver un clásico por primera vez, con mi hijo y no puedo dejar de dar las gracias a nuestra querida Filial por hacer posible este sueño. ¡Arriba Estudiantes!"

Roberto pudo cumplir el sueño de presenciar un clásico junto a su hijo. La vida hizo que, por diferentes circunstancias económicas, personales o de otra índole, no pueda ver al amor de su vida por 35 años. Pero el amor, a pesar de la distancia, nunca se perdió.

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