Un año antes de su fallecimiento, y tras perder varios kilos por culpa de la enfermedad que lo aquejaba, Edgardo Prátola jugó su último partido oficial. Fue un 11 de marzo, cuando Estudiantes derrotó a Gimnasia 2-1. Pidió jugar, tal vez con la convicción de que ese día sería el adiós definitivo de él para con el club, con sus hinchas, con la camiseta que amaba.
El Ruso, un ser humano extraordinario que se formó con el ADN pincha, emprendió la pelea más difícil de su vida desde el mismo día que le diagnosticaron cáncer. A pesar de varias sesiones interminables de quimioterapia y estudios médicos, nunca claudicó en su lucha, tal cual lo reflejaba en la cancha.
Prátola afrontó la enfermedad con gran entereza anímica, aferrándose a sus afectos y a las muestras de cariño del mundo del fútbol.
Luego de la operación se hizo presente en el Country para volver a trotar, para respirar ese aire tan particular que se respira en City Bell. "Mi sueño es que me vuelvan a putear en una cancha los hinchas de Gimnasia" expresó luego de esos meses de entrenarse con los que fueron sus últimos compañeros del plantel que conducía Néstor Oscar Craviotto.
En enero de 2002, Estudiantes volvió a ganarle a Gimnasia, pero en Mar del Plata y sin el Ruso en el campo de juego aunque a la hora del festejo abandonó los vestuarios y fue llevado en andas por Mauricio Piersimone (una imagen que eternizará por siempre en la historia) y se ganó la ovación de su vida. La ovación que merecen los luchadores.
El 27 de abril de 2002 se produjo el deceso de Edgardo Prátola pero al mismo tiempo nació la leyenda del club. Ese día, el primer equipo salió a jugar con Independiente en el viejo estadio del Rojo, y si bien el fallecimiento del "gran capitán" había calado muy hondo en sus ex compañeros, todo lo que sucedió en la previa y durante el cotejo fue emotivo desde todo punto de vista con jugadores de ambos clubes abrazados y ambas hinchadas ovacionando al querido Ruso Prátola.
Ya pasaron 14 años de su desaparición física, pero la memoria del Ruso perdurará por siempre…
