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Institucional • 27 mayo 2025

La Leyenda

Una leyenda no es solo quien alcanza la gloria, sino quien deja una marca imborrable. Juan Ramón Verón fue eso: ídolo eterno de Estudiantes y figura inolvidable en cada lugar donde jugó y dirigió. Su historia, escrita también en Grecia, Colombia y Guatemala, trasciende camisetas y fronteras.
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Juan Ramón Verón fue Estudiantes. Pero también fue mucho más. Fue bandera, fue identidad, fue zurda mágica y cabeza decisiva. Fue un tipo que supo dejar huella en cada lugar donde estuvo. Una leyenda que, con la camiseta albirroja tatuada en el alma, salió al mundo y se ganó el respeto —y el cariño— allá lejos.

En 1972, luego de conquistar América y el mundo con Estudiantes, Verón llegó a Grecia para sumarse al Panathinaikos, donde fue dirigido por Ferenc Puskás, uno de los nombres más grandes del fútbol mundial.

"Nunca vi a un tipo que le pegara a la pelota como le pegaba Puskas. ¡La dirección y la fuerza que le daba! Cuando veía hinchas en el estadio, se ponía los zapatitos y empezaba a patearles a los arqueros: las metía todas, una cosa increíble"

En el conjunto griego disputó 57 partidos y convirtió 22 goles. Su impacto fue inmediato y profundo: aportó jerarquía, goles y liderazgo en un club que atravesaba un momento de crecimiento y proyección internacional.

En Colombia también quedó grabado a fuego. Llegó en 1976 a Junior de Barranquilla, y otra vez hizo historia. Fue jugador, sí, pero también se calzó el buzo de técnico.

"En un momento el técnico se fue y el presidente de Junior me dijo: "Juan, ¿traigo otro entrenador o querés ser vos?". Le pedí un tiempo para pensarlo. Y los llamé a Carlos (Bilardo), que dirigía al Deportivo Cali, y a Osvaldo (Zubeldía), que era el DT de Nacional de Medellín. "Hacé lo que quieras", me dijo Carlos. "Juan, ¿cuánto más va a jugar?", me preguntó Osvaldo, y cuando le dije que uno o dos años más, fue contundente: "Empiece a dirigir, entonces". Y empecé."

Y así, con doble función, condujo al equipo al primer campeonato de su historia en 1977.

"Le ganamos al Cali de Bilardo, que se quería morir, ja, ja, porque había tirado el offside y yo le piqué de atrás y entré solo a meter el gol. El último partido fue de local contra el equipo de Osvaldo, que se recalentó porque el 2 de ellos, Pacho Maturana, me tiró un caño en la salida y atrás vino Aguilar y la clavó contra un palo, ja, ja, la calentura que tenía Osvaldo, se fue sin saludar."

El 13 de diciembre de 2015, fue homenajeado por el club colombiano, en una jornada inolvidable.

En Guatemala registró su último paso por el exterior antes de radicarse definitivamente en el país. A principios de los 90 se hizo cargo de Comunicaciones, uno de los equipos más importantes del país, con el que logró cuatro títulos locales: dos ligas 1994-95 y 1997-98, además de obtener dos Copas de Campeones.

Su trabajo lo llevó además a dirigir interinamente a la selección nacional, sumando su experiencia y visión al desarrollo del fútbol guatemalteco.

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